Análisis Fotográfico

 Análisis Fotográfico.

Análisis de la fotografía del accidente en los Andes, según Cora Gamarnik, en el texto "Instrucciones para mirar una fotografía" (2018).


Fotografía del accidente en los andes - Antonio Vizintín/Cortesía -1972


Esta imagen histórica muestra a un grupo de sobrevivientes del accidente aéreo de 1972, cuando un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en la cordillera de los Andes. Lo que a simple vista parece una imagen sencilla (personas descansando frente a los restos de un avión), se vuelve impactante al conocer su contexto. La fotografía no es solo un registro, sino también un testimonio cargado de significado, sufrimiento y humanidad.

Al observar esta imagen a la luz del enfoque de Cora Gamarnik, se vuelve necesario preguntarnos varias cosas: ¿quién tomó esta foto? ¿Con qué intención? ¿Estaban posando o fue un momento espontáneo? ¿Qué se muestra y qué no se muestra? La imagen tiene un aire de pausa, de “descanso” dentro del infierno que vivieron. Vemos a los sobrevivientes acostados o sentados sobre mantas, riendo o sonriendo levemente. La pose relajada contrasta con el contexto terrible que conocemos: estuvieron más de dos meses varados, enfrentando frío extremo, hambre y muerte. ¿Qué buscó captar quien tomó la foto? Tal vez transmitir un momento de respiro. Tal vez documentar su estado físico y emocional. Pero también puede haber captado algo sin querer: la capacidad humana de resistir incluso en condiciones extremas.

Desde lo técnico, la fotografía es en blanco y negro, lo cual refuerza su carácter documental. El encuadre muestra claramente los restos del fuselaje, con las letras “Fuerza Aérea Uruguaya” parcialmente visibles, lo que permite identificar el accidente sin necesidad de más datos. La luz natural del sol de montaña resalta los rostros y las formas, generando sombras que remarcan la textura de la nieve y los objetos. En el fondo se ven los restos del avión, casi como una cicatriz sobre el paisaje blanco. En primer plano, los cuerpos humanos organizan el sentido de la imagen, son los verdaderos protagonistas. Pero hay que preguntarse también: ¿y los que no están? ¿los muertos, los que aún sufrían fuera de cuadro?

Siguiendo la propuesta de Gamarnik, es útil poner esta imagen en serie con otras del mismo hecho: las fotos del rescate, las imágenes de los familiares, los retratos posteriores. Así entendemos que esta no es solo una foto entre muchas, sino parte de una narración visual más grande. Además, si la contrastamos con el relato del libro “¡Viven!” o con la película basada en los hechos, se vuelve aún más poderosa. Como documento, la imagen guarda una huella, un vestigio de una experiencia extrema. Como símbolo, representa no solo una tragedia, sino también una historia de supervivencia, resistencia y decisión.

Por último, es necesario pensar el valor de esta imagen hoy. ¿Dónde debería mostrarse? ¿En libros de historia? ¿En escuelas? ¿En museos de la memoria? Probablemente sí, porque late, como dice Gamarnik. Conserva un momento único e irrepetible. Es una ráfaga de luz en medio de la oscuridad. Es, en definitiva, una fotografía que debe ser pensada, mostrada, y sobre todo, recordada.


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